El confinamiento y la crisis económica actuales han supuesto un aumento -si todavía cabe- en la violencia hacia los niños, decletándose según un informe de la ONU que 1.000 millones de niños las siguen sufriendo cada año en todo el mundo. Las agresiones físicas, psicológicas y sexuales se pueden prevenir y, sin embargo uno de cada dos niños las sigue sufriendo.
Casi un 88% de entre todos los países tienen leyes que protegen a los menores, pero la mayoría no aplican bien estas normas ni son rigurosos con su cumplimiento. “Los países deben invertir en programas e infraestructuras que conviertan la violencia contra la infancia en una cosa del pasado”, ha afirmado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, durante la presentación del Informe sobre la situación mundial de prevención de la violencia contra los niños 2020 junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef, Unesco, la Alianza Global para acabar con la Violencia Contra los Niños y la representante especial del Secretario General de la ONU.
El informe recoge por primera vez el progreso de 155 países en la aplicación de un paquete de siete medidas bajo el acrónimo INSPIRE para enfrentar la violencia contra la infancia. Contar con un punto de referencia es esencial para seguir la evolución de los países en los próximos años y ayudarles a reforzar las áreas de las que más cojean. A nivel global, queda trabajo por hacer: tres de cuatro niños de entre dos y cuatro años sufrieron violencia parental en el último año; uno de cada tres estudiantes de 11 a 15 años padeció acoso en el último mes, y 120 millones de niñas y chicas de hasta 20 años han sido forzadas sexualmente a lo largo de su vida.
El área en la que más progreso se ha hecho es la matriculación escolar, con un 54% de los países declarando una cobertura adecuada. La implementación de otras estrategias es peor: un 32 a 37% de los países estiman que las víctimas de violencia pueden acceder a servicios de apoyo, pero solo un 26% ofrecen programas de ayuda a padres y cuidadores; un 21% tienen programas para cambiar normas sociales perjudiciales, y apenas 15% ha adoptado medidas para ofrecer a los niños entornos físicos seguros.
El documento también desvela que más de 40.000 niños fueron víctimas de homicidios en 2017 (unos 28.000 niños y 12.000 niñas). En un mundo de datos, se trata de la primera estimación mundial de homicidios contra menores de 18 años. Unas cifras preocupantes ante el aumento del riesgo de agresiones por la crisis de la covid-19 y el declive económico.